MEMORIA DE LA NATURALEZA: EL RITMO DE LA VIDA
por Diógenes Ballester

Mi instalación Memoria de la naturaleza: el ritmo de la vida se presentará desde el 7 de octubre de 2016 hasta el 20 de febrero de 2017 en el Museo de Arte de Ponce.


Me considero un arteologista, un “artista-arqueólogo”. Exploro la historia cultural y espiritual para conectarnos con nuestro pasado, reafirmar nuestra identidad y anclarnos en nuestro futuro colectivo. Estas ideas, que surgieron por primera vez en mi trabajo en la década de 1980, se han expandido progresivamente para incorporar conceptos y simbolismo puertorriqueño, afrocaribeño, taoísta, y ahora védico que hablan de denominadores comunes intrínsecos en conceptos filosóficos y mitológicos creados para comprender los elementos fundamentales de la vida.


Ofrecida como una experiencia del arte de la instalación, Memoria de la naturaleza: el ritmo de la vida consiste en algo más que los objetos que la componen; más que el elemento arquitectónico del tragaluz del Museo de Arte de Ponce, transmitiendo el poder del sol del Caribe al espacio de abajo; más que las cuatro paredes de la sala, orientadas con los puntos cardinales, que definen el espacio debajo del tragaluz; más que las cuatro grandes pinturas en encáustica, compuestas de seis paneles llenos de figuras simbólicas, imágenes y colores de significado cultural y espiritual, que cuelgan de las paredes; más que la pintura y ensamblaje circular de piso sincretizadas con las energías afrocaribeñas y de los tattwas y enmarcada perfectamente en la circunferencia marcada por el círculo de bronce en el piso; más que el Internet presentado en los relojes digitales universales que dirigen la atención a la pintura particular que determine el tattwa; más que el manifiesto del artista que declara un significado derivado de mi búsqueda de la verdad; más que las imágenes de Internet combinadas de la obra de piso, el manifiesto, y el proceso digital del movimiento del tiempo; más que la suma de las partes.


Se trata de la energía; en particular, la energía encarnada en los símbolos y en las creencias sincréticas de los tattwas, taínos y puertorriqueños/ afrocaribeños. Incluye la energía interactiva que fluye dentro y entre las partes. Se pide un enfoque diferente con cada nueva dirección de los tattwas, y con el movimiento del público a través de la obra de piso. Está destinada a representar las energías vibrantes y primordiales en la naturaleza. Habla de los elementos fundamentales que nos sostienen. Emula la respiración de la vida.


Símbolos Intrínsecos en Memoria de la naturaleza: el ritmo de la vida


Tattwa es una palabra sánscrita que significa la vibración de la energía, un concepto representativo de un sistema de creencias cuyos orígenes se remontan a 2000 AC, y que utiliza símbolos geométricos de colores específicos para describir los elementos de éter, tierra, fuego, agua y aire. La vibración de la energía de estos elementos es intrínseca al ciclo universal de la vida en la tierra, y su manifestación cambia cada veinticuatro minutos con el movimiento del sol de una posición a la siguiente en el transcurso del día. Los cinco tattvas son: 1) Akash, (centro), el elemento de éter, simbolizado por un óvalo negro o azul añil, que incorpora todos los demás tattwas; 2) Vayú, (norte) el elemento aire, simbolizado por un círculo de color turquesa, que representa la unidad; 3) Tejas, (sur) el elemento del fuego, simbolizado por un triángulo rojo, que representa la energía, la electricidad, la percepción; 4) Prithvi, (este) el elemento tierra, simbolizada por un cuadrado amarillo, que representa la realización; y 5) Apas, (oeste) el elemento agua, simbolizada por la luna creciente blanca, que representa las emociones y el magnetismo.


Los taínos, aunque ahora se consideran extintos como cultura, eran descendientes de los arahuacos que habitaban en el borde norte de América del Sur y las Antillas Mayores antes de la colonización española. Su filosofía parece haber sido una forma de pan-experiencialismo animista en el que cada hombre, animal, vegetal, mineral, río y huracán tenía su propio espíritu y vida energética. La multitud de espíritus tenía el poder de lo sobrenatural. La configuración del poder sobrenatural era el elemento fundamental de la vida. Como se manifiesta en los artefactos arqueológicos tallados en hueso, madera y piedra, los Taínos describieron los conceptos de energía de la vida en símbolos como el cemí, un triángulo de tres puntas como forma de representación de una deidad o espíritu ancestral. Muchos de sus símbolos espirituales son más amorfos, como los gemelos de donde ellos creían que emana la vida.


Los afrocaribeños y puertorriqueños, derivados de los Yoruba de África Occidental, siguieron las creencias y prácticas religiosas traídas con ellos en barcos de esclavos al nuevo mundo. Las siete deidades de Orishas, a menudo representadas por sus colores asociados, son honradas como fuerzas de energía. Chango, el Orisha del rayo, el trueno, y el fuego se asocia con rojo y blanco; Oshun, diosa de la dulzura, el amor y la belleza con el amarillo y ámbar; Yemayá, la madre de todos los seres vivos, que reside en los océanos, se asocia con azul y claro; Obatalá, el más sabio y el más antiguo de los dioses, rey de la paz y la lógica, con el blanco; Orula, el dios de los oráculos del saber, con el amarillo o marrón y verde; Ogun, el guerrero poderoso dios del fuego, el hierro y la guerra, con verde y negro; y Eleguá, guardián de los caminos y conocedor del destino, con el rojo y negro. Además, para muchos puertorriqueños, la Madama, representada como una mujer africana con un turbante, representa la energía protectora, la madre de todas las cosas. El Congo, representado como una figura tribal africana de un hombre, personifica el poder místico de los animales.


Obras individuales de la instalación


Manifiesto de un Arteologista (2016) es la pieza central de la instalación. Es representativo del tattwa Akash, del que emana toda la energía. Incluye la sexta claraboya del Museo de Arte de Ponce irradiando la vibrante energía del sol; debajo la pieza de circular piso pintadas con figuras africanas corriendo bicicletas proyectando los elementos geométricos de los tattwas, los caracoles que indican la presencia de fuerzas vibrantes, y el óvalo de meditación negro profundo del elemento de éter. Dentro de una caja diseñada que parecerse un libro están dos tabletas digitales conectados a internet. El "libro" está colocado en un pedestal de metal al centro de la instalación en el piso, con una pequeña pintura del óvalo montada en la base del pedestal.


Las páginas de Internet de este libro virtual son en sí mismas una obra de arte colaborativo y de las ciencias computarizadas co-creada por Jorge A. Gautier. La primera página del libro (“reloj uno”) muestra aspectos del dibujo del piso sincronizados por un reloj universal con el movimiento de los tattwas. El primer paso que Gautier dio para crear la página virtual en armonía con la instalación fue localizar el inicio del ciclo de los tattwas con la salida del sol en la ubicación geográfica de Ponce. El momento de la salida del sol en Ponce define el comienzo y por lo tanto todos los movimientos de los intervalos adicionales de los tattwas mayores y menores a través del reloj. Construyendo sobre las bases de esta información básica, Gautier entonces, utilizó imágenes de los aspectos de la pintura de piso para representar cada movimiento de la vibración energética de un tattwa al siguiente. Giró e iluminó cada imagen virtual respectiva en la página indicando el tattwa de fuerza mayor durante un período de tiempo en particular y enfocando la atención hacia la dirección de la pintura y la pared para ese tattwa.


En la segunda página del libro virtual (“reloj dos”), Gautier utiliza compensaciones gráficas y de escalación para indicar las actuales variaciones del tattwa mayor y de los cinco símbolos geométricos pintados de los tattwas menores a medida que pasan a través de rotaciones de vibraciones mayores y menores. El tattwa mayor se representa por su símbolo pintado en el medio de la página. Él utiliza la opacidad para indicar cuál de las cinco imágenes pequeñas pintadas geométricamente de los tattwas en la parte superior de la página es la vibración menor. Para lograr la animación Gautier conecta la función de dibujo con el ciclo de animación navegador web y utiliza un resorte de la física inspirada en la interpolación "entre" valores para lograr un movimiento suave durante las transiciones.


Vayú / Respirando (2013), que está en la pared norte, integra los tattwas y el simbolismo afrocaribeño para capturar la energía espiritual del aire, representado por una mujer africana, la Madama, fumando una pipa. El tattwa del aire, simbolizado por círculos marrones cerca del círculo azul turquesa, e interactúa con el símbolo ovalado del éter en la parte inferior de la obra. Estos símbolos quedan enfatizados por dos óvalos cruzados en vertical y horizontal al centro, que introducen una resonancia cristiana en el cuadro. El vestido de la mujer está adornado con dibujos de las formas geométricas de los tattwas que sugieren luz, tal vez la del sol o tal vez el brillo interno de la Madama. El Congo aparece en el centro de la pintura como el esquema de cinco hombres africanos que se mueven en diferentes direcciones. La pintura, como el aire, es a la vez ligera y pesada, oscura y brillante pero siempre presente.


Archivos Akáshicos (2014), en la pared sur, representa el fuego de Tejas con una potente fusión de símbolos e imágenes culturales y espirituales para transmitir la energía electrizante del cosmos. En esta pintura realizada con el medio de la encáustica integré el simbolismo de la mitología y espiritualidad tanto afrocaribeños como de los tattwas. El centro de la pintura está ocupado por una figura masculina africana, el Congo, cuyo cuerpo está compuesto por los cinco símbolos de los tattwas. Su base es el cuadrado amarillo que representa la tierra; su abdomen es la media luna blanca del agua; en el pecho, incluyendo el corazón, se manifiesta el triángulo rojo indicativo de fuego; su cuello está rodeado por el círculo azul turquesa de aire; el óvalo azul oscuro de éter puede verse en la cabeza. Un arcoíris formado por los colores de los tattwas pasa a través del cuerpo del Congo, representando la energía que este absorbe y que vibra en su cuerpo. Los símbolos de los tattwas parecen bailar alrededor de la figura. Tres pequeñas figuras africanas en bicicleta, como las figuras en la obra de piso, corren por el vibrante arcoíris. Una Madama africana aún más pequeña se ancla poderosamente en el lado derecho de la pintura, fumando un cigarro o tal vez meditando sobre el significado del universo.


Pensamiento Taíno (2016) está en la pared este. Esta pintura en encáustica está dominada por la representación amorfa de los gemelos taínos, pintados con los tonos marrones de la tierra de las islas del Caribe. Hay varios cemíes y espíritus taínos pequeños como caras que bailan alrededor en el espacio y una reina compuesta de tres cemíes anclado hacia la parte inferior de la pintura. Prithvi, el elemento tierra, está representado por un fondo de color amarillo rico en textura que es parte del color del cuadrado inferior. Los elementos geométricos de los tattwas se encuentran dentro del cemí en el lado derecho de los gemelos, equilibrados por el óvalo de Akash, el triángulo de Tejas, y la media luna de Apas al otro lado..


En Punto de Origen (2010), en la pared oeste de la instalación, utilizo el simbolismo, la mitología y la espiritualidad del África occidental para explorar la profunda experiencia del origen de la vida. La pintura incluye una representación de una máscara de la fertilidad de la tribu Ebo de Nigeria, con mujeres encintas bailando en un círculo alrededor de una figura que interpreto como Oshun, la diosa yoruba de la dulzura, el amor y la belleza. Posado en la parte superior de la máscara hay un ave fénix roja, que según el mito muere y renace cada quinientos años. También hay un africano, quizás una figura masculina Ebo, semitransparente pero con una fuerte presencia protectora. El mar azul del fondo trae la sugerencia de agua en la obra, que conecta el Atlántico y el Caribe con la Madre África, el lugar donde se originó la vida humana. Aunque esta obra no incluye la media luna del tattwa, yo la relaciono con Apas (agua) colgándola en la pared oeste. También puede verse una correlación entre la fertilidad representada en la máscara Ebo, el amor de Oshún y las emociones y magnetismo del agua.


Conclusión


Mi obra incorpora historias y sabidurías transmitidas por nuestros ancestros de manera colectiva. Aprehendo, reconfiguro y re-contextualizo su significado fundamental cultural, espiritual, simbólico y mitológico para ofrecer al espectador o al participante la experiencia de conectarnos con nuestro pasado, ayudarnos a tener mejor sentido del presente, y apuntar con esperanza a un posible futuro arraigado en la esencia del significado.


En Memoria de la naturaleza: el ritmo de la vida, he integrado los tattwas con el imaginario afrocaribeño y taíno de mi infancia. Estas historias que conectan a ambos el Caribe con África occidental a través del Océano Atlántico y a África oriental a la tierra del Sánscrito a través del Océano Índico. Las cosmovisiones adoptadas están unidas por el intenso sol del Trópico de Cáncer que calienta las tierras a través de las cuales se mueve, como se ve fluyendo a través de la claraboya del Museo; por el tema común de respeto a los fundamentos que sustentan la existencia; y por un entendimiento de los elementos como fuerzas espirituales, que nos unen con nuestra tierra y el uno al otro.


Uno se pregunta, ¿por qué utilizar las imágenes de estas antiguas concepciones filosóficas y mitológicas de los elementos fundamentales de la vida para crear obras de arte? ¿Qué tienen estas imágenes y estos conceptos que ofrecer y transmitir al público de las artes visuales en el siglo XXI? ¿Cuál es el propósito y significado?


Es precisamente la importancia de comprender lo que está en juego en el mundo actual lo que me atrae a la reconfiguración de estas antiguas formas de conocimiento. Con el calentamiento global cada vez más presente en nuestras vidas, con desastres naturales que afectan el entornos del medio ambiente que nos deben sostener, con la necesidad de existir de forma sostenible en el medio ambiente natural, la supervivencia de la especie humana plantea un problema: necesitamos una manera mejor de entendernos y vivir juntos en este mundo.


Los conceptos heredados de nuestros ancestros, con imágenes de equilibrio y tranquilidad pueden enseñarnos a replantear nuestra existencia en nuestro planeta. Tal vez podamos aprender de ellos. Este es el propósito de Memoria de la naturaleza: el ritmo de la vida.