MEMORIA DE LA NATURALEZA: EL RITMO DE LA VIDA
por Diógenes Ballester

Deseo expresar mi agradecimiento al Museo de Arte de Ponce, a su junta de síndicos de la fundación Luis A. Ferré; a su directora ejecutiva Alejandra Peña; a su curador asociado de arte europeo Pablo Perez d'Ors; a la coordinadora de exposiciones y asistente curatorial Helena Gómez de Córdoba, por invitarme a presentar mi obra en el Museo de Arte de Ponce para esta temporada de otoño de 2016.


También quiero expresar mi agradecimiento a Soraya Serra, Grace Cay, Elvin Rivera, Ana Margarita Hernández, Julio Amill, Lidia Aravena, Angel D. Santiago, John E. Vargas, Gloria Irizarry, Viviana Van Vliet, Roberto Ortiz, Pedro Rinaldi, Humberto Wilson, Angel Rodríguez, Vivian Gautier, Irwin Rosado, Elimelec Mercado, Evelyn Martínez, Emilio Quintana, y demás empleados del museo quienes han estado trabajando arduamente para la realización de esta instalación. También al grupo de guías docentes del museo.


Dedico esta instalación a mi querida madre Carmen Rodríguez, a mi querida esposa Mary K. Boncher, a mi hija, a mis tres nietas, a mi nieto, a mi dos hermanos y demás familia y amigos, al poblado de la Playa de Ponce, al pueblo de Ponce y a nuestro país Puerto Rico. También dedico esta exposición a todos los artista ponceños, de la región sur y de todo Puerto Rico, que a diario manifiestan su sentir más profundo de identidad, de pertenencia histórica y de espiritualidad.


También quiero agradecer enormemente a Jorge A. Gautier, programador de informática radicado en la Ciudad de Nueva York, y a Ruth M. Vázquez, especialista de retoque de imágenes digitales quienes colaboraron conmigo en la programación de la página web que creé especialmente para esta instalación.


Me siento honrado como artista Playero, Ponceño y Puertorriqueño en compartir mi perspectiva como un artista que hace referencia a la arteología. En esta instalación titulada Memoria de la naturaleza: el ritmo de la vida, me he concentrado en tres aspectos de mi trabajo como arteologista. En primer lugar, me referiré brevemente a mi filosofía como arteologista y a mi concepción artística relacionada con esta instalación. En segundo lugar, señalaré el aspecto místico de esta instalación con la visión mística del museo. Y, en tercer lugar, para concluir, quiero presentar mi posición acerca de la nueva era como parte de esta instalación.


Como he expresado en mi manifiesto, el arteologista es como el ave fénix recién nacida, que guarda los restos de sus antepasados en un lugar sagrado antes de iniciar el viaje hacia una nueva era. El arteologista medita sobre la realidad, observando y escuchando la verdad arraigada en el pasado, el presente y el futuro. Como un egregor o un griot, el arteologista ayuda a fermentar y madurar las conexiones que en el arte contemporáneo están vinculadas a la identidad cultural, el sentido histórico y la transformación espiritual.


Así como el arteologista escarba en esos hoyos donde se ha enterrado la verdad para encontrarse con el terreno fértil, la raíz, y la esencia que se deriva de esa búsqueda de la verdad y la transformación, así ha sido la exploración del proceso estético para el desarrollo de esta instalación por los pasados seis años.


Memoria de la naturaleza: el ritmo de la vida es, precisamente, la búsqueda de la conexión que existe con el equilibrio de la vida, que proviene de las energías primordiales de la naturaleza como lo son el éter, el aire, el fuego, la tierra y el agua. También proviene de culturas ancestrales como la taína, la africana o la védica, que han influido grandemente en nuestra civilización mostrándonos el camino hacia la armonía con la naturaleza, expresado por medio de símbolos o códigos que marcan el ritmo de la vida. Además de establecer un lenguaje a partir de su sentir más profundo como seres humanos.


En esta instalación, respondo a la luz del sol del Caribe que entra al Museo de Arte de Ponce por la sexta claraboya diseñada por el arquitecto Edward Durell Stone. La influencia vibratoria de la luz energética de sol nos afecta cada 24 minutos. Esta vibración energética es la misma energía en todas las partes del mundo. Además, esta energía no se puede crear ni destruir. Esta es la energía de la luz del sol que se proyecta sobre el ensamblaje multimedia en el centro de la instalación. El libro en este ensamblaje muestra dos tabletas conectadas al internet y a la página web http://ritmodelavida.github.io, que he diseñado exclusivamente para esta instalación. El libro está sostenido por una estructura de metal anclada a una pintura circular de piso. Esta página web nos permite interactuar con los símbolos de los tattwas que están representados por medio de relojes de frecuencia programados a partir del alba en Ponce, Puerto Rico.


Esta proyección energética se dirige del centro de la instalación hacia los cuatro puntos cardinales, donde se encuentra mi interpretación de los tattwas en las pinturas realizadas con el medio de la encáustica en cada una de las paredes. También, justo sobre estas pinturas y debajo del libro, se encuentran desplegadas unas pinturas pequeñas que representan los símbolos geométricos de los tattwas para facilitar la interacción entre los relojes de frecuencia en las tabletas y las pinturas.


Al escanear el sello QR que se encuentra en la primera cédula con sus celulares, o tabletas digitales, el visitante puede conectarse con la página web y usarla libremente mientras camina por el museo, aprecia las obras y continúa dialogando con la instalación. Además el público puede interactuar desde cualquier parte del mundo con la instalación a la hora de Ponce mientras la exposición esté abierta en el museo. Cuando la exposición termine, el reloj de frecuencia se abrirá universalmente.


Memoria de la naturaleza: el ritmo de la vida hace referencia a la visión mística del Museo de Arte de Ponce. Nuestro museo fue construido en dirección a la salida del sol, en la región sur de Puerto Rico y frente al Mar Caribe. Podemos apreciar la luz del alba, que entra al museo por la pared de cristal del jardín Granada que mira hacia el este. Esta luz continúa entrando por las ventanas y las siete claraboyas colocadas en el techo del museo, y es dirigida por las paredes diagonales que contribuyen a la iluminación natural y a la acústica. Al atardecer, por la pared oeste podemos apreciar la puesta de sol.


Este concepto de las claraboyas por donde entra la luz del sol es común en los museos. Tomemos el caso de la claraboya piramidal del Museo del Louvre de París, diseñada por el arquitecto I. M. Pei, que recibe la luz del sol de la ciudad de París, o la claraboya y paredes del Museo Metropolitano diseñadas por el mismo arquitecto, que reciben la luz del sol de la ciudad enigmática de Nueva York, o tantos otros museos del mundo. El sol es tan importante para el Museo de Arte de Ponce como para la mayoría de los museos del mundo que tienen alguna forma de iluminación por claraboyas, ventanas y puertas de cristal.


Para concluir, a modo de reflexión quiero decir que somos seres agraciados porque estamos presenciando y articulando el principio de esta nueva era y del siglo XXI. En los pasados 16 años, nos ha tocado confrontar y transformar los parámetros existentes a todos los niveles de la vida para beneficio de futuras generaciones. Como sabemos, el principio de la nueva era se caracteriza por el derrumbe de imperios y levantamiento de otros. Particularmente, esta era se ha caracterizado como un periodo de crisis a nivel global. Por lo tanto, tenemos la responsabilidad colectivamente de dirigir nuestro planeta en una dirección positiva para el beneficio de la humanidad y su medio ambiente.


Dentro de este contexto histórico, expreso mi sentir como un arteologista. Espero que mi instalación Memoria de la naturaleza: el ritmo de la vida, que hace referencia a la energía como la misma en todas las partes del mundo y subraya que esta energía no se puede crear ni destruir (pero si influye en cada instante de nuestras vidas), se experimente como un arte de reflexión acerca del proceso creativo, de equilibrio y vibración energética. Y que el acto de la voluntad individual y colectiva sea como mirar y escuchar la luz del interior y el sentir profundo de las vibraciones cósmicas de esta nueva era.